Estos son los últimos versos del poema que cierra el libro "alicia en el país de las maravillas".De esta manera tan críptica Lewis Carroll declara su amor a su amiga-niña Alice Liddell.Viendo los victorians portraits que, tan prodigiosamente, realizaba Carroll(Charles Dodgson,era su nombre en relidad)no puedo evitar una ternura infinita por el profesor chiflado y raro que escribió uno de los relatos más hermosos que jamás se hayan publicado...
Pongo aquí un extracto del capítulo de la falsa tortuga en el que Alicia se cuestiona las extrañas clases que recibían en el colegio, la tortuga y el grifo....
¿Qué otras cosas aprendías allí?
--Pues aprendía Histeria, histeria antigua y moderna. También Mareografía, y dibujo. El profesor era un congrio que venía a darnos clase una vez por semana y que nos enseñó eso, más otras cosas, como la tintura al bóleo.
--¿Y eso qué es? --preguntó Alicia.
--No puedo hacerte una demostración, ya que ahora estoy muy baja de forma --respondió la Falsa Tortuga. Y el Grifo, como él mismo podrá decirte, nunca aprendió a tintar al bóleo.
--Nunca tuve tiempo suficiente --se excusó el Grifo. --Pero sí que iba a las clases de Letras. Y teníamos un maestro que era un gran maestro, un viejo cangrejo. --Nunca fuí a sus clases --dijo la Falsa Tortuga lloriqueando--, dicen que enseñaba patín y riego.
--Sí, sí que lo hacía --respondió el Grifo. Y las dos se taparon la cabeza con las patas, muy soliviantadas.
--¿Cuantas horas al día duraban esas lecciones? --preguntó Alicia interesada, aunque no lograba entender mucho qué eran aquellas asignaturas tan raras, o si es que no sabían pronunciar. Tintura al bóleo debería ser pintura al óleo, y patín y riego serían latín y griego, pero lo que es las otras, se le escapaban.
--Teníamos díez horas al día el primer día. Luego, el segundo día, nueve y así sucesivamente.
--Pues me resulta un horario muy extraño --observó la niña.
--Por eso se llamaban cursos, no entiendes nada. Se llamaban cursos porque se acortaban de día en día.
Eso resultaba nuevo para Alicia y antes de hacer una nueva pregunta le dio unas cuantas vueltas al asunto.
Por fín preguntó:
--Entonces, el día once, sería fiesta, claro.
--Naturalmente que sí --respondió la Falsa Tortuga.
--¿Y el doceavo?
--Basta de cursos ya --ordenó el Grifo autoritariamente. --Cuéntale ahora algo sobre los juegos
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