
Pequeña África
Paseo por la pequeña áfrica que es como llaman en Málaga a un distrito,cercano a la estación de autobuses,en el que reside un número considerable de ciudadanos y ciudadanas de origen subsahariano.
Algunos hermanos negros me reconocen del tiempo en que iba al restaurante nigeriano de Abu Kamara, a preguntarle cómo le iba, si las ayudas recibidas para montar el negocio iban dando para mucho y otras tonterías que estaba obligada a saber.
Algunas hermanas negras, que conocí gracias a ND Oji, quieren saber de mi hijo y se sorprenden de que no tenga más.Rien e insisten en que entre en la peluquería y que me arregle el pelo,pero aceptan mi negativa de buen grado.Yo,a cambio, les compro un aceite de coco desenredante que sé que nunca me acordaré de usar.
Luego me recuerdan embarazada,y gesticulan mucho para tratar de simular el tamaño de mi tripa de ocho meses y no paran de repetirme que mi niño debe estar muy mayor.
Sí muy mayor repito con entrega.
Algunas hermanas y hermanos negros tienen tres o más hijos negros hermosos que observo con algo de envidia. Me pregunto cómo habrían sido mis otros tantos hijos o hijas.
Centro mi atención, de nuevo,en los letreros de neón porque necesito encontrar un cerrajero para mi nueva casa.
Pero.... esta tarde todas las ventanas dejaban salir vida.
Y era posible respirarla.
Ahora sé que en los edificios de un barrio del sur hay niños que meriendan ranas y dependientas que barren ausencias.

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3 comentarios:
Llevo unos días viendo la vida desde mi ventana, incapaz de abrirla y saltar abajo.
Y eso que a veces, de noche, me parece escuchar ruiditos, como si alguna piedra golpeara la persiana.
Pero no puedo hacer otra cosa que mirar y mirar.
Ya me gustaría tener bajo mi ventana esa pequeña áfrica.
La verdad es que hemos envejecido tanto, como civilización, como cultura, que somos como los viejecitos que admiran a los niños como algo inalcanzable, lejano, olvidando la sencilla alegría que reportan y sobrevalorando los sacrificios que conllevan. Nuestro egoismo nos impide entregarnos a una relación verdadera para criarlos en un verdadero clan y también nos impide saborear la auténtica felicidad que ello conllevaría.
Caroline...
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