Hay noches, como la de anoche en las que me dejo caer en la cama desnuda bocabajo, me tapo los ojos, hundo mi cabeza en la almohada y rompo a llorar. Lloro un minuto o poco más desesperadamente y luego se me pasa.

En estos últimos y duros meses no me había pasado pero anoche algo empezó a agitarse en el lado oscuro de mi corazón. Lo sentí mientras me duchaba.Empezó siendo un pálpito pringoso en el ovario izquierdo y se convirtió en una nube amarilla cargada de estrógenos que amenazó lluvia mientras me secaba.

Creo que la primera lágrima inició su recorrido mientras observaba una linea varicosa en mi pierna izquierda.Seguí su recorrido con mi dedo índice y la mimé con un poco de aceite de vainilla.Mientras lo hacía la gota se precipitó desde mi ojo para saltar a mi pezón derecho y buscar hueco un poco más bajo de mi ombligo.

Es curioso, -pensé- pero la pena también puede ser atrevida.

Por unos momentos sentí una infinita melancolía por mi estado niña, desnuda y fría en la bañera, esperando que mi madre llegase con las braguitas y la ropa de colegio.

Esta noche, una noche, toda la noche ....cálculo infinitesimal para mi desesperanza.

Integra esta variable en tu causa

y quédate conmigo.