Convenciendo al Cosaco...los finales felices suceden (también)
8 comentarios:
Anónimo
dijo...
Claro! tenía que ser un final alternativo, como casi todo lo bueno: el cine, el rock... alternar siempre fue bueno. Creo que eso es lo que busco, básicamente. Aunque, me parece a mi que deberías poner un cartelito que diga: SPOILER. Pero grande, bien grande!!
De todas formas, es un honor que me dediques un post. Espero saber compensarte. Salud!
Señorita Ana, "In the mood of love", es una de mis películas favoritas, y TOKIO BLUES, el mejor libro de Murakami, una vez leidos todos, todavía recuerdo la tristeza que me produjo aquella escena en la que ella ya está en el loquero, y se desnuda, y se meten en la cama, y la vida se vuelve gris, dolorosa, y cierta cómo lo es. Style Council, dios, qué voz mas especial... bueno, ya ve que compartimos algo mas que música y libros, supongo una mente ávida de cosas interesantes, de cosas qeu tocan el corazón. Un placer fué verla pasar por mi blog, a partir de ahora vendré a visitarla. Gracias, Bss Male
¿Y... quién puede saberlo? ¿Quién sabe qué nace y muere en sí en cada momento? ¿Quién sabe qué es principio o final de qué? Hace una semana Aniholly celebraba en braguitas la esperanza de un domingo soleado. Este domingo de lluvia y melancolía nuestra AniHolly se transmuta en AniRachael. (Ah, Deckard gusta más que Peppard). Los de Blake Edwards acaban besándose bajo la lluvia. Los de Ridley Scott escapan de ella... ¿adónde? ¿soñando?. Ambos finales son abiertos, discutidos, cambiantes o alternativos, como dice Cosaco. Ambos se discutieron durante la filmación, el montaje y la distribución. Ambos no son sino la voluntad de los protagonistas de resistirse a lo evidente: que su relación no tiene futuro. Pero se entregan. Precisamente por eso, porque no tienen futuro. Por eso nos gustan y desconciertan. Por eso nos disgustan. El final de una historia nunca es el final de La Historia. Pero nosotros solemos empeñarnos en la confirmación de la utopía. Poner el fin en la foto fija de la felicidad: Ana y su gata hacen mucho eso en este blog: lo llenan de fotos que detienen la felicidad en un instante. El sueño de la ilusión. Llevar la garantía del touroperador de que el viaje tendrá principio y fin y nos devolverá sanos y salvos. Que merecerá la pena el esfuerzo invertido en preocuparnos y ocuparnos de otr*. Que no tendremos que decir/escuchar más de nuevo el "y a mí quién me devuelve todo esto que te he entregado?", así, como quien reclama el interés de un plazo fijo que firmó. Ayer un amigo vino a casa para confesarme que estaba enamorado de una chica desde hacía meses. "No te lo conté antes por protegerla a ella". Ella está casada. Dos hijos. Va a separarse de su pareja y marido durante 18 años. Él, mi amigo, (ya hombre adulto sin remisión en el carné, niño en sus vuelos de unicornio, separado hace años, con hija adulta) quiere casarse con esta amada que ha mantenido en secreto, hasta que no ha visto un final feliz posible que contar (no, no es, por más que confiese, para protegerla a ella de una situación delicada: es mera búsqueda de seguridad). Ella, su amada a punto de saltar al bote frente al naufragio, se agarra a esta posibilidad de no vacío. "Su marido la ha desatendido en este tiempo", dice mi amigo. En los últimos meses mi amigo le ha atendido convenientemente, allá donde el marido no llegaba. Mi amigo puede permitírselo, pienso. Ella ve en él una red para su salto. Él ve en ella a alguien que merece su entrega y compromiso. Me habló de sentir una compasión con fundamento. Osea, le gusta y le importa. Le pregunto por los hijos de ella. Escucho, "si hay que hacerse cargo, pues nos tendremos que hacer cargo, ya habrá tiempo de eso". Le deseo suerte. Es lo único que puede desearse en estos casos. Ni a él, ni aquí ahora, digo lo que siento, qué corazonada tengo. Recuerdo el libro de Adam Philips, Monogamia (os lo recomiendo, amig*s). Decía algo así como que dos personas luchan, buscan, se engañan o comprometen, pero tres sí son una pareja". ¿Qué sucederá cuando se divorcie del marido? Dijeron que sólo viviría cuatro años. ¿Quién puede saberlo? Un hombre pasa bajo mi ventana con paraguas. La luz del neón de la tienda de Pedro aún está encendida. Cambia el semáforo. Me tomo mi tazón de soja como quien come tallarines chinos en el año 2019 (*). No sé si poner a Vangelis, Mancini o Shigeru Umebayashi. (*): Por cierto, esa escena se rodó el 23 de abril de 1981. Hace 26 años se estaba rodando ahora mismito Blade Runner. Algunos y algunas de aquí ya nos habíamos comprometido para siempre. poco después empezamos a entender qué significa siempre. Who does? H.
mmm... seguramente used conocerá la historia, admirada Ana:
La película de Ridley Scott no terminaba así precisamente. Fueron las presiones de los productores, ávidos de dólares, los que obligaron a cambiar el final para hacerlo más positivo y optimista. Los guinistas se negaron a participar de aquello y los productores decidieron encargar los nuevos textos en off a negros a sueldo de los estudios.
Maléfica y Amor (que combinación tan austera para dos blogs tan tan desbordantes),os sigo.
Héctor, mi hijo pero al revés, no sé si sentirme halagada o deseperada o las dos cosas. En cualquier caso ni Holly ni Rachel, ya he dicho que estoy desdoblada en Max.
NS ..sí lo sabía.Me gusta hacer sentir bien a los amigos y el Cosaco es un tío increíble, de puta madre. En esta comunidad virtual nos encontramos gente estupenda.Como tú , también.
Darling, ya te dije en un post anterior que eres Tyrell at his finest. Y lo digo en serio, mínimo Nexus 7. Y los finales felices siempre existen, pero no como finales (la palabra final suena tan definitiva que me siento un poco positivista al usarla), mas sí como felices. Y en ese sentido, el tan lúcido H tiene razón no teniéndola (o viceversa), porque, obviamente todo termina de una manera no muy hollywoodense. No en vano mi querido Pierre Louÿs se preguntaba por qué los affairs amorosos siempre terminan miserablemente. Pero la cosa es que eso da igual, porque eso es la felicidad también—ahí mismo está la felicidad, en lo que se puede y se vive porque es lo posible y eso es insuperable. ¿Sabes?, la felicidad que creemos que el otro nos procura (vaya síntoma de relación neurótica con el otro) es esta ilusión maravillosa, cual delicado animalito fascinante que realmente no es más que un pedazo de papel plegado. Con amor plegado. Kisses.
8 comentarios:
Claro! tenía que ser un final alternativo, como casi todo lo bueno: el cine, el rock... alternar siempre fue bueno.
Creo que eso es lo que busco, básicamente.
Aunque, me parece a mi que deberías poner un cartelito que diga: SPOILER. Pero grande, bien grande!!
De todas formas, es un honor que me dediques un post. Espero saber compensarte.
Salud!
Los finales..que acuden a tantos principios!
Besos cosaco,y me debes una!
Señorita Ana, "In the mood of love", es una de mis películas favoritas, y TOKIO BLUES, el mejor libro de Murakami, una vez leidos todos, todavía recuerdo la tristeza que me produjo aquella escena en la que ella ya está en el loquero, y se desnuda, y se meten en la cama, y la vida se vuelve gris, dolorosa, y cierta cómo lo es. Style Council, dios, qué voz mas especial... bueno, ya ve que compartimos algo mas que música y libros, supongo una mente ávida de cosas interesantes, de cosas qeu tocan el corazón. Un placer fué verla pasar por mi blog, a partir de ahora vendré a visitarla. Gracias,
Bss
Male
lo bueno de los finales felices es que son principios felices, de
amor
¿Y... quién puede saberlo? ¿Quién sabe qué nace y muere en sí en cada momento? ¿Quién sabe qué es principio o final de qué?
Hace una semana Aniholly celebraba en braguitas la esperanza de un domingo soleado. Este domingo de lluvia y melancolía nuestra AniHolly se transmuta en AniRachael. (Ah, Deckard gusta más que Peppard). Los de Blake Edwards acaban besándose bajo la lluvia. Los de Ridley Scott escapan de ella... ¿adónde? ¿soñando?. Ambos finales son abiertos, discutidos, cambiantes o alternativos, como dice Cosaco. Ambos se discutieron durante la filmación, el montaje y la distribución. Ambos no son sino la voluntad de los protagonistas de resistirse a lo evidente: que su relación no tiene futuro. Pero se entregan. Precisamente por eso, porque no tienen futuro. Por eso nos gustan y desconciertan. Por eso nos disgustan. El final de una historia nunca es el final de La Historia. Pero nosotros solemos empeñarnos en la confirmación de la utopía. Poner el fin en la foto fija de la felicidad: Ana y su gata hacen mucho eso en este blog: lo llenan de fotos que detienen la felicidad en un instante. El sueño de la ilusión. Llevar la garantía del touroperador de que el viaje tendrá principio y fin y nos devolverá sanos y salvos. Que merecerá la pena el esfuerzo invertido en preocuparnos y ocuparnos de otr*. Que no tendremos que decir/escuchar más de nuevo el "y a mí quién me devuelve todo esto que te he entregado?", así, como quien reclama el interés de un plazo fijo que firmó.
Ayer un amigo vino a casa para confesarme que estaba enamorado de una chica desde hacía meses. "No te lo conté antes por protegerla a ella". Ella está casada. Dos hijos. Va a separarse de su pareja y marido durante 18 años. Él, mi amigo, (ya hombre adulto sin remisión en el carné, niño en sus vuelos de unicornio, separado hace años, con hija adulta) quiere casarse con esta amada que ha mantenido en secreto, hasta que no ha visto un final feliz posible que contar (no, no es, por más que confiese, para protegerla a ella de una situación delicada: es mera búsqueda de seguridad). Ella, su amada a punto de saltar al bote frente al naufragio, se agarra a esta posibilidad de no vacío. "Su marido la ha desatendido en este tiempo", dice mi amigo. En los últimos meses mi amigo le ha atendido convenientemente, allá donde el marido no llegaba. Mi amigo puede permitírselo, pienso. Ella ve en él una red para su salto. Él ve en ella a alguien que merece su entrega y compromiso. Me habló de sentir una compasión con fundamento. Osea, le gusta y le importa. Le pregunto por los hijos de ella. Escucho, "si hay que hacerse cargo, pues nos tendremos que hacer cargo, ya habrá tiempo de eso". Le deseo suerte. Es lo único que puede desearse en estos casos. Ni a él, ni aquí ahora, digo lo que siento, qué corazonada tengo. Recuerdo el libro de Adam Philips, Monogamia (os lo recomiendo, amig*s). Decía algo así como que dos personas luchan, buscan, se engañan o comprometen, pero tres sí son una pareja". ¿Qué sucederá cuando se divorcie del marido?
Dijeron que sólo viviría cuatro años. ¿Quién puede saberlo?
Un hombre pasa bajo mi ventana con paraguas. La luz del neón de la tienda de Pedro aún está encendida. Cambia el semáforo. Me tomo mi tazón de soja como quien come tallarines chinos en el año 2019 (*). No sé si poner a Vangelis, Mancini o Shigeru Umebayashi.
(*): Por cierto, esa escena se rodó el 23 de abril de 1981. Hace 26 años se estaba rodando ahora mismito Blade Runner. Algunos y algunas de aquí ya nos habíamos comprometido para siempre. poco después empezamos a entender qué significa siempre. Who does?
H.
mmm... seguramente used conocerá la historia, admirada Ana:
La película de Ridley Scott no terminaba así precisamente. Fueron las presiones de los productores, ávidos de dólares, los que obligaron a cambiar el final para hacerlo más positivo y optimista. Los guinistas se negaron a participar de aquello y los productores decidieron encargar los nuevos textos en off a negros a sueldo de los estudios.
Maléfica y Amor (que combinación tan austera para dos blogs tan tan desbordantes),os sigo.
Héctor, mi hijo pero al revés, no sé si sentirme halagada o deseperada o las dos cosas. En cualquier caso ni Holly ni Rachel, ya he dicho que estoy desdoblada en Max.
NS ..sí lo sabía.Me gusta hacer sentir bien a los amigos y el Cosaco es un tío increíble, de puta madre. En esta comunidad virtual nos encontramos gente estupenda.Como tú , también.
Darling, ya te dije en un post anterior que eres Tyrell at his finest. Y lo digo en serio, mínimo Nexus 7. Y los finales felices siempre existen, pero no como finales (la palabra final suena tan definitiva que me siento un poco positivista al usarla), mas sí como felices. Y en ese sentido, el tan lúcido H tiene razón no teniéndola (o viceversa), porque, obviamente todo termina de una manera no muy hollywoodense. No en vano mi querido Pierre Louÿs se preguntaba por qué los affairs amorosos siempre terminan miserablemente. Pero la cosa es que eso da igual, porque eso es la felicidad también—ahí mismo está la felicidad, en lo que se puede y se vive porque es lo posible y eso es insuperable. ¿Sabes?, la felicidad que creemos que el otro nos procura (vaya síntoma de relación neurótica con el otro) es esta ilusión maravillosa, cual delicado animalito fascinante que realmente no es más que un pedazo de papel plegado. Con amor plegado.
Kisses.
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