Un momento después de la muerte
Pensé en hablar hoy de Miguel y de nuestro último encuentro, aquella mañana de Domingo en que nos encontramos comprando el periódico y me insistió en subir a su casa, -sube Ana Sube verás que te recuerda al Cantor de Jazz -y me sorprendí nada más entrar de ver los guantes de boxeo rojos colgados de la pared donde también estaba la sentencia de divorcio de aquella chica rusa que le pagó xxxxxx euros por boda de conveniencia y que tanta gracia le hacía recordar. Miguel me regaló los guantes de boxeo y un disco de Duke casi como acto de buena vecindad (él vivía en el primero y yo en el tercero,a mi me intimidaba su mirada ida y las manchas de su piel, a él la soledad que se movía a intervalos entre su corazón y el ascensor desde el que me despedía) pero olvidé la bolsa al irme. Nunca volví a por ella.
Yo quería hablar de la noche de mi ciudad, de un bar, de las niñas más guapas que acababan en Blondie o en ARRIBABÁ bailando como posesas, pasando siempre por el Cantor de Jazz....(Miguel martini sin vodka tío que son las 11, pero cobra tres que somos las tías más buenas que vienen a este antro y Miguel se reía y decía vale...por el viejo Duke).Pero no se me ocurre nada, como diría Serrat.
La muerte es una manifestación aleatoria del peor de nuestros sueños. Ese del que sabemos que no vamos a despertar.

3 comentarios:

Max dijo...

Why has no one commented you this post? I wonder....
Besos.

Ana dijo...

Porque cada uno comenta cuando tiene un minutillo, sólo es eso, max :9

Que encima de escribir de cojón de pato (te lo había dicho alguna vez?) encima emocionas.

Besos para Mikel, donde se encuentre.

Y otro gordo y reconfortante para tí, of course.

Max dijo...

Buen punto, mi deararbórica, lo cual me lleva a preguntarme, pesadito yo, ¿y por qué tan pocos tuvieron un minutillo justo para este post?
Kisses