La frontera es también, esa marca interespacial de los encuentros,un pasadizo de culturas, un puesto de control donde dejar la biografía del presente. Viajar es siempre un recorrido provisional por las identidades del otro. Me gusta la mañana de esta ciudad al sol. Me gusta la ducha después del viaje.El olor de la crema que ha suavizado mi cuerpo.El café que ahora tomo sentada en mi cama mientras escribo. Me apetece esta libertad condicional que trae echarte de menos. Hanna, Como en un mar eterno.
Biografía de la vuelta
La niña que soy vuelve a casa.
Llueve y todo el Estrecho de Gibraltar anda conmovido pero África aplaude al fondo la salida de las pateras.
El ferry abre sus fauces de Neptuno para que entren los coches. Esperamos pacientes en la fila.Los pasaportes ordenan la salida permitiendo, así, que en las ventanillas de atrás queden reflejadas todas las despedidas.
La vida de ningún sitio es la vida en la frontera.
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6 comentarios:
Bienvenida, niña.
Pensé comentarte algo sobre la esperanza que pende sobre una aduana, esa que coquetea con una apuesta—necesariamente a futuro—sobre nuestra propia otredad, esa que proyectamos cual promesa: yo seré otro (mi vida será otra). Pensé comentarte—sí, a ti, tan eternamente otra—algo acerca de los recorridos provisionales por las identidades del otro, mientras converso con alguien en un idioma que siendo mío, tampoco lo es (la otredad de mi propio pasado acechando mi presente), pero caigo en cuenta que esta lengua que nos une no es la misma. Pensé comentarte acerca de esta idea de la libertad condicional y de sus condiciones e, incluso, acerca de las condiciones que hacen posibles dichas condiciones. Pero he preferido no hacerlo. No hay pasaporte para acreditar (o validar) la llegada del otro. Todo es un salto de fe.
Kisses from a believer.
Hay que terminar con las fronteras y con las banderas; mejor puertas abiertas y sábanas.
Salud!
La niña que eres ha vuelto apodíctica pero certera ;)
Muy lúcidas tus definiciones, Anita, que comparto. Porque es verdad que las fronteras son lugares de nadie, lugares de la vida en tránsito, de esa vida que no pertenece a ningún lugar porque no puede reducirse a lugar alguno. Y porque si viajar es, como dices, recorrer de manera provisional las identidades del otro, también es recorrer, con la misma provisionalidad, la propia identidad y darse cuenta de lo provisional que ella misma, necesariamente, es.
Incluso con tu libertad condicional estoy de acuerdo. No hay otra. Siempre nos faltan o nos sobran demasiadas cosas para poder alcanzar la incondicionalidad.
Bienvenida a casa, niña.
¡Besos nocturnos!
LA PRIMERRRRRRRRRRRRRRRRRRRRR¡¡¡¡¡ Me encanta tu post de hoy... es cómo nostálgico... y esas fronteras tierras de nadie... suena tan bonito, y a la vez, tan triste. Pero me quedo con lo de la niña que vuelve a casa... eres tú, Ana, eres tú, por eso me gustas tanto, porque tienes la magia y el encanto e inocencia de esa niña. No estás corrupta de nada. Eres simplemente, poesía.
Espero lo pasases bien en la tarde, yo peiné los bares... hasta... las siete de la mañana¡¡¡¡oeoeoeoeeeeeeeeeeeeeee, sí, pero volví sola, ya tuve que explicar que estoy enamorada, que vacíen el arma....
Bsazos, todos para ti. No vale la pena sufrir por nada, tu menos.
me acabo de levantar!!! luego, despejada cuento y os visito!
Besos!
AA
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