Ética mediocre
Los valores, digamos su tenencia, nos identifican y pueden diferenciarnos.Quiero decir, diferenciarnos de otro grupo, si fuera posible categorizarnos dentro de uno.
La identidad es también una marca de la consciencia,de aquello que nos devuelve a lo que creemos ser.Es el pasaporte que mostramos al otro cuando contamos los pasos que nos acercan y cuando minutamos el tiempo que nos aleja de cualquier sitio donde la felicidad sea posible porque allí es donde queremos estar.
Personalmente creo que he abusado demasiado de mi insconsciencia.De ese estado en el que el peso de grupo te lleva a un estado larva donde la mirada ajena trata de imponer su perspectiva.
mmmmm...Incubada.... el mundo llega a parecerte un lugar seguro.
En el juego de las identidades y del reconocimiento he creído conocer a cierta gente.
En ese juego, tan riesgoso como impulsivo he llegado a querer a hombres y a mujeres.
He disfrutado de su compañía, de su afecto, de su entrega, de su amor.
Hoy, les agradezco de alguna forma el tiempo debido y les deseo mucha vida para encontrarse.
De veras.
Pero la mayoría de esas personas que cuidaron ese huevito que contenía mi creída existencia,eran seres de valor confuso, de ética al peso, de precio personal pactado.
Si.
Hoy me quedo con mi jefe, mi amiga Yayo,a dos o tres compañeras de política, al hombre al que amo y con Antonio.
Por supuesto , con Andrés y con Pilar también.
Las personas de ética mediocre manchan el paisaje de nuestra existencia. Ensucian nuestra vida porque no hay claridad que las acoja.Para ellas la lealtad es matizable y el disorder es una coartada que esconde la traición mayor que supone traicionarse a sí mismo (S. P. dixit)
Fuera de este marco ético cutre y desnivelado la identidad de una mujer libre se alimenta de la renuncia.
De la renuncia a su condición crisálida, de hueva inmensa que acoge los deseos de permanencia de un grupo satisfecho con un orden rancio y antiguo. La renuncia de la mujer libre destapa al grupo. Desnuda a sus miembros y los deja al borde del precipicio de su ignorancia. Y la ignorancia es otra forma de conocimiento y su argumentario revela una fe absurda "en las cosas como son".
Miren sabemos todos que, cualquiera puede tener la razón pero ninguno la verdad.
(Ni siquiera diciendo ésto estoy segura de estar en lo cierto)
Siento que la verdad es lo más parecido al resto de un naufragio. A uno de esos despojos arrastrado hasta la playa y que ya no pertenece a nadie.
Quizá sea porque la verdad siempre aparece, pues, tras la tormenta. Sin título de propiedad.
Por eso la ética Crusoe nos enseña que en la vida despejada las cosas no son como parecen como son.

5 comentarios:

Angeles dijo...

Hace unos años visite una granja de mariposas en Costa Rica, nunca pensé que las crisálidas pudieran ser tan hermosas, eran como premoniciones de lo que más tarde surgiría de aquellos capullos.
Parecían joyas de una perfección imposible, las habían como pequeñas gotas de roció, como diminutas perlas, otras semejaban golosinas, flores, rocas de formas fantásticas.
Pero lo mas fascinante de todo es que estaban vivas, si te parabas a observarlas, las veías palpitar con pequeños balanceos, con un imperceptible susurro, como anunciando que algo increíble estaba a punto de suceder.
Todo esto ocurría en una especie de invernadero cerrado; pero después cuando eclosionaban, el espectáculo era majestuoso, quedaban libres y te aseguro que verlas volar es de las cosas mas hermosas que he visto.

Por cierto, no todas las crisálidas tienen el mismo tiempo de maduración, las hay que necesitan menos tiempo en el capullo y otras más, pero todas acaban por convertirse en preciosas mariposas.

Besos

Dátil dijo...

Madre mía AnA¡¡¡¡¡!!!!!!!

Yo aquí solo puedo decir, ejem...;

(respiro ondo, oprimo mis pechos y los exhalo hasta donde mi epidermis treintañera pueda proporcionarme, donde mi estado racional me lo permita, y todo mi aínco irracional me permita dejar suelto...A pesar de todo y de todos..., y dicho quedará en éstas latitudes)

¡¡¡¡SALVENSEE QUIEN PUEDAAA, QUE ANA MUERDDDDEEEEEEEE¡¡¡¡¡¡!!!!!!!



Pd. Hasta entonces, mi más afectuoso cariño que la red pueda permitirnos.

Cienes de besos!!

Anónimo dijo...

En las directrices que marca la vida, hay una que es inalienable, y es dar valor; valor al compromiso, a la palabra dada, a los valores éticos y morales, en definitiva a la lealtad, la lealtad en cualquiera de sus formas. No hay que confundir nunca la ética personalista, sino con la ética común, un valor que sea para todos. Para conseguir ese valor común es indispensable la lealtad a las ideas. Al trabajo duro y diario, con lealtad hacia lo que se hace, con lealtad a lo que se le piensa, con lealtad a los valores. Hay gente que, o personas mejor dicho, que van marcando su propio camino, y piensan que se puede hacer y decir todo lo que uno quiera, desde su punto de vista egocentristas y con ello los medios (sus medios) justifican el fin, sin mirar el daño que provoca en los demás, sus propias fantasías. Esos mismos que se llenan la boca del “yo” y mis métodos, aunque mis (sus) métodos sean todo lo amorales que pueden ser, pero para ellos, no existe la lealtad, la lealtad la miden en virtud de sus necesidades personales, y utilizar sus mejores armas “exteriores” solo puede desembocar en lo que desembocan, se ocupan del equilibrio de los demás, por no ocuparse de su propio desequilibrio. Querida amiga, sigue en tu camino, sigue visualizando el sueño, porque quien visualiza un sueño, al final el dulce éxito coronara sus (tus) ilusiones mas profundas. Parte de ese sueño ya lo estas viviendo en esta primavera, la otra parte de ese sueño la “estamos” construyendo, y el camino es duro, pero cuenta conmigo para llegar hasta el final, no solo en nuestro proyecto de ahora, si no en el proyecto de la vida. Julio César

Antígona dijo...

Es una dialéctica difícil, Ana, la de tratar de mantener la mirada propia en la pertenencia a un grupo. Cesiones, pactos, compromisos... los grupos son heterogéneos, quien se adscribe a ellos debe contar, necesariamente, con cierta renuncia a sí mismo, por mor de la consecución del ideal común.

Ahora, tales cesiones, pactos o compromisos no pueden darse con respecto a ciertos principios que uno considera inalienables de su propia identidad. Cuando uno los siente en peligro, cuando las decisiones del grupo se alejan demasiado de la posibilidad de coherencia personal, entonces es el momento de abandonarlo. Y de abandonar la sensación de seguridad y protección que proviene de no saberse solo.

Supongo que hay quien confunde la voluntad de llevar los ideales éticos a la práctica, a la realidad efectiva, con la perversión de tales ideales. S.P. tiene mucha razón: lo más grave de traicionar es que la traición se ejerce contra uno mismo, y acaba volviéndose, a la larga, contra uno mismo.

Aplaudo esa renuncia de la mujer libre. Aplaudo cualquier renuncia guiada por el rechazo a la ética mediocre.

¡Un beso, guapa!

Joan Torres dijo...

Ego confeso: yo también he abusado de ese estado larvario en el que nos sume la inconsciencia. Quizá por la comodidad de dejar a otros, en ocasiones, cuando el cansancio nos abate, elegir por uno mismo. Tal vez cuando el desánimo nos hace vulnerables. No lo sé.

Cuando el llanto se nos agolpa en la garganta y nos herrumbra la voz –sí, no es excusa- nos es más fácil ser testigos de nuestra vida y ver qué hacen los otros con ella.